«ENSAYO SOBRE LA ESPERA» por Laura Corcuera

A partir de la acción «Sobre la Espera» de Ana Matey

Agradecida por esta colaboración de la cual surge la pieza «Sobre la Espera» y este «Ensayo sobre la Espera». No tengo mucho que decir salvo agradecer, ya que todo queda dicho en las siguientes líneas. Este es el texto completo. Mil gracias querida Laura. AQUí se puede ver la documentación de la pieza.


Las percepciones sobre el tiempo-espacio se mueven como los dientes en la boca. Los tiempos de la ciudad se desmigajan en el pueblo. El territorio se desmigaja. Y rebrota. Ana Matey lo sabe (1).


¿Cómo el lenguaje de la performance (hecho de prácticas y procedimientos híbridos) abre las posibilidades de observación del mundo, describe lo indescriptible con palabras? ¿Cómo las prácticas de arte de acción pueden corporeizar conflictos, problematizar las medidas y proporciones que utilizamos para describir el mundo? ¿Cómo una performance afecta y es afectada por el lugar donde se ejecuta? Éstas son las preguntas que me hice dentro de la investigación de UnaCiudadMuchosMundos (UCMM 2018-2019), a partir de los ejes teóricos “metodologías de investigación”, “prácticas colaborativas”, “autorías” e “impacto en comunidades” (2).
En el contexto de aquella investigación artística, invité a Ana Matey a preparar una performance sobre la idea de espera, vinculando su trabajo al Eje Marea En Espera que el colectivo C.A.S.I.T.A. (3) estaba desarrollando por su lado dentro de UCMM. “Relaciones inusuales y existencias liminales para una cita a ciegas”, pensé.


Ana Matey hizo la cuarta acción del ciclo Performar Lo Indecible (4). Organicé este ciclo dentro de UCMM para cruzar acciones de artistas cuyas prácticas tenían que ver (o no) con unas líneas de investigación concretas, con unas comunidades y tensiones concretas. ¿Que podía pasar?
Esta cita a ciegas (ojos cerrados, corazón-manos abiertas) mostró la posibilidad de trabajo colaborativo entre personas que no se conocían previamente, desde la disposición y la disponibilidad para escuchar y (quizás) para desplazar ideas y subjetividades entendidas como propias.


Por aquellas fechas, el profesor y performer valenciano Bartolomé Ferrando, con el que me escribo a veces, estaba en China dando talleres de poesía sonora y participando en dos festivales. Ante mi propuesta de Ciclo, Ferrando observó: “el nivel de representación me parece discutible”. Yo defendí que la propuesta iba de presentar sin “re”. Bartolomé me respondió: “Para mí cuando una acción se plantea en el lugar de otro hecho o idea equivalente, o es reivindicativa de algo, me interesa menos”. Ahí quedó nuestra correspondencia.


Desde mi punto de vista, discutible y abierto a discrepancias, las seis acciones del ciclo Performar Lo Indecible no «ocuparon» el lugar de ningún otro acontecimiento, idea o reivindicación. Fueron acciones autónomas en la ciudad de Madrid, acciones que generaron corrimientos en un acontecimiento institucional más amplio llamado UCMM.


El 19 de enero de 2019 la performance Sobre la Espera de Ana Matey tomaba la antigua sala principal de Correos, hoy CentroCentro de Madrid. En tanto que curadora del ciclo y asistente de las artistas invitadas, decidí programar la segunda parte de este ciclo fuera de las paredes de Intermediae-Matadero. Este salto dejó ver una serie de elementos que se materializan en cuatro reflexiones personales:


Las percepciones sobre el tiempo-espacio se mueven como los dientes en la boca. Los tiempos de la ciudad se desmigajan en el pueblo. El territorio se desmigaja. Y rebrota. Ana Matey lo sabe (1).
¿Cómo el lenguaje de la performance (hecho de prácticas y procedimientos híbridos) abre las posibilidades de observación del mundo, describe lo indescriptible con palabras? ¿Cómo las prácticas de arte de acción pueden corporeizar conflictos, problematizar las medidas y proporciones que utilizamos para describir el mundo? ¿Cómo una performance afecta y es afectada por el lugar donde se ejecuta? Éstas son las preguntas que me hice dentro de la investigación de UnaCiudadMuchosMundos (UCMM 2018-2019), a partir de los ejes teóricos “metodologías de investigación”, “prácticas colaborativas”, “autorías” e “impacto en comunidades” (2).
En el contexto de aquella investigación artística, invité a Ana Matey a preparar una performance sobre la idea de espera, vinculando su trabajo al Eje Marea En Espera que el colectivo C.A.S.I.T.A. (3) estaba desarrollando por su lado dentro de UCMM. “Relaciones inusuales y existencias liminales para una cita a ciegas”, pensé.


Ana Matey hizo la cuarta acción del ciclo Performar Lo Indecible (4). Organicé este ciclo dentro de UCMM para cruzar acciones de artistas cuyas prácticas tenían que ver (o no) con unas líneas de investigación concretas, con unas comunidades y tensiones concretas. ¿Que podía pasar?
Esta cita a ciegas (ojos cerrados, corazón-manos abiertas) mostró la posibilidad de trabajo colaborativo entre personas que no se conocían previamente, desde la disposición y la disponibilidad para escuchar y (quizás) para desplazar ideas y subjetividades entendidas como propias.


Por aquellas fechas, el profesor y performer valenciano Bartolomé Ferrando, con el que me escribo a veces, estaba en China dando talleres de poesía sonora y participando en dos festivales. Ante mi propuesta de Ciclo, Ferrando observó: “el nivel de representación me parece discutible”. Yo defendí que la propuesta iba de presentar sin “re”. Bartolomé me respondió: “Para mí cuando una acción se plantea en el lugar de otro hecho o idea equivalente, o es reivindicativa de algo, me interesa menos”. Ahí quedó nuestra correspondencia.


Desde mi punto de vista, discutible y abierto a discrepancias, las seis acciones del ciclo Performar Lo Indecible no «ocuparon» el lugar de ningún otro acontecimiento, idea o reivindicación. Fueron acciones autónomas en la ciudad de Madrid, acciones que generaron corrimientos en un acontecimiento institucional más amplio llamado UCMM.


El 19 de enero de 2019 la performance Sobre la Espera de Ana Matey tomaba la antigua sala principal de Correos, hoy CentroCentro de Madrid. En tanto que curadora del ciclo y asistente de las artistas invitadas, decidí programar la segunda parte de este ciclo fuera de las paredes de Intermediae-Matadero. Este salto dejó ver una serie de elementos que se materializan en cuatro reflexiones personales:

1. Querer es poder y contrapoder. Eduardo Galvani y Diego del Pozo (colectivo C.A.S.I.T.A), Ana Matey y yo mantuvimos durante tres meses una comunicación epistolar, tuvimos varias charlas y una comida que serviría para terminar de dar forma y cubrir las necesidades que requería la performance de Ana Matey. Para hacer un trabajo artístico que tenga impacto y trascienda el tiempo no se necesita tanto dinero como voluntad, ingenio y compromiso.

2. La colaboración entre instituciones públicas hace posible lo que de otra manera sería carísimo. Para la realización de la performance de Matey, tres instituciones públicas culturales englobadas en la empresa pública Madrid Destino compartieron recursos técnicos. Naves de Matadero nos prestó el sistema de audio-cascos usado en la acción, así como el personal técnico necesario para su manejo. Intermediae-Matadero utilizó sus oficinas y proveedores para diseñar e imprimir los materiales informativos (póster y hoja de sala). CentroCentro facilitó el espacio, la electricidad, 70 sillas y tiempo del personal técnico.

3. El poder de las instituciones está en los cuerpos que las encarnan. Las instituciones públicas que colaboraron estaban encarnadas en personas que dedicaron tiempo y reuniones. El trabajo visible e invisible de estas personas hizo que el proceso de preparación del dispositivo performance fuera fácil y divertido. Otros cuerpos de las mismas instituciones podrían haber bloqueado el proceso creativo o hacerlo, cuando menos, fatigoso y pesado. La lógica institucional es una entelequia que se cristaliza en seres concretos. Son equipos de personas los responsables de que algo se haga y de cómo se haga. El espacio institución está hecho de cuerpos que hacen y obedecen normas. Se trata entonces de tomar conciencia de dónde estamos para detectar y desactivar de forma colectiva burocracias o sinsentidos que mantienen determinadas personas y que pueden arrasar(nos) la casa común.

4. Las ganas de contar y de escuchar de otra manera ya están aquí. El público de la performance, despojado del rol de espectador pasivo que suelen imponer las artes escénicas (ahora llamadas vivas, como si hubiera unas muertas) se mueve, cambia de posición, habla, come, bebe, se va, vuelve, interviene. El cuerpo escucha y cuenta al mismo tiempo. Una materia oral vivencial fue compartida durante 70 minutos en la acción de Ana Matey. La artista se hizo cuerpo matérico perforado, como dirían John Cage o Bartolomé Ferrando (5). Cuando la acción terminó, algo había cambiado. Se había creado un vínculo, una comunidad efímera que demostraba que otras formas de contar y escuchar son demandadas hoy.

Acción Sobre la Espera

En un lugar donde se detiene el tiempo y la performatividad cobra sonido coral. En el centro de la ciudad de Madrid, una mujer llega del campo con una planta de tabaco y un mono azul de trabajo.

Planta principal. Patio de Operaciones. Las obras del tiempo están a punto de comenzar en la antigua sala de Correos. Un conjunto variado de cuerpos de seguridad y de inspección pasea las instalaciones. Un invernadero crece aquí dentro. En el corazón de un centro cultural metropolitano.

Ana Matey comienza su acción. Sentada en el centro de una espiral de 70 sillas. Lleva puestos unos audio-cascos con petaca. Reconocemos algunos elementos característicos de las acciones de Matey: presencia rotunda, respiración precisa, compromiso en el aquí-ahora, nobleza espiritual. Cada silla guarda en su regazo unos audio-cascos con petaca. Pausa. Quietud. Contemplación. Visitantes del centro cultural cruzan el espacio ajenxs a la acción. Una niña pregunta qué está pasando.

Matey se levanta y agarra la primera silla de la espiral, la arrastra lentamente por el espacio. Los sonidos del hall se amplifican. ¿Qué suena por los cascos? ¿Qué hace esta mujer? Más comentarios y preguntas sobre lo que está empezando a pasar. Unas cuantas personas del público cogen algunas de las sillas de la espiral y se ponen los cascos para escuchar. Matey las saca del lugar sin palabras. Yo coloco de nuevo las sillas y los cascos en su lugar. La acción continúa. Matey coloca la primera silla justo enfrente de la espiral, en el centro del CentroCentro. La poeta y performer Yolanda Pérez Herreras se sienta. Matey le coloca suavemente los cascos en los oídos. Y lentamente regresa al punto inicial para agarrar la segunda silla y moverla hasta colocarla enfrente de la primera. Otra persona se sienta. Matey le coloca cuidadosamente los cascos. El público ya ha entendido ya procedimiento. Todo es lento. Incluso aburrido. Silla tras silla, Matey mueve el espacio y coloca los cascos. Persona tras persona. Hay gente que se va de la acción para volver después de tomarse unas cañas. La performance apunta a una duración “larga”. Pero ¿qué es largo? ¿Qué es corto? La espera requiere paciencia.

La pedagoga y performer Belén Cueto señala entonces la entrega que requiere esta acción.
“El compromiso de aguantar, de sostener lo que pasa, ser parte al cien por cien de la acción que está compartiendo Ana”. Cuando la gente se pone los cascos entra en la dimensión del relato sonoro. ¿Qué están escuchando?, se preguntan varias personas. Belén Cueto prefiere seguir acompañando un rato desde fuera (si hay un afuera), un lugar en el que podemos movernos sin estar sentadas en una silla. Oímos el sonido de la Plaza de Cibeles, las ambulancias y las policías. Todavía.

El tiempo lento va in crescendo. Hay una aceleración constante. La espiral y la línea recta son parte de un camino para la composición, el reflejo, el recuerdo. Y el círculo se transforma en rectángulo. Casi 70 cuerpos escuchan sentados lo que cuentan otros 70 cuerpos presentes de voz durante 70 minutos. 7 veces 70 universos activados en espera.

Ana Matey pregunta: “¿Cuál es la espera más larga que has tenido en tu vida? ¿Qué brota dentro de ti al hacerte esta pregunta?”. En CentroCentro, plaza de Cibeles, ciudad de Madrid, España, Península Ibérica, Corredor del Mediterráneo, Sur de Europa, Hemisferio norte, planeta Tierra. Es sábado 19 de enero de 2019. La geometría matemática de Matey indica una línea de fuga infinita.

La performer, que ha estado escuchando con sus cascos todo el tiempo, se sienta entre los restos de las sillas vacías. Coloca la planta del tabaco seca sobre su cabeza. En equilibrio. En suspensión. En silencio. La planta se desmigaja, como el territorio. Y de las briznas renace otro paisaje. Ana Matey se levanta y agradece la presencia a todxs sus acompañantes, presentes y ausentes.

Modo En Espera

La cultura puede ser entendida como una forma de cultivar y de comer. O como un sistema de metáforas (6), un registro de egos, un archivo de inventos discursivos violentos. La realidad y la ficción se pueden relacionar a través de la mentira o de la verdad. Suspendamos por un momento la realidad y la mentira. Como cuando vamos al cine o al teatro. MODO EN ESPERA. Performance.

En un lugar enorme, diáfano, que exuda aire y espacio, en un tiempo donde se detiene el lugar, hablan las trabajadoras de la institución pública menos glamurosas, las que ponen el cuerpo por la casa común vestidas de uniforme, las que orientan e informan cada día a la gente que acude al centro cultural.

Un grupo de trabajadoras subcontratadas come en un zulo con microondas. La historia se repite con variaciones. La performance, como la vida, está compuesta de repeticiones y variaciones (7).

Imaginemos la realidad. Ana y yo llegamos al zulo para calentar nuestra comida antes de la performance. Yo me quito las gafas para comer. Ana se marea por el estampado de las paredes del zulo, blancas con muchos puntitos. Estamos comiendo dentro de un bafle gigante. Un altavoz silenciado. Bajo tierra. Escuchamos a las trabajadoras. Nos cuentan sus condiciones de trabajo. Tomo notas y hago una pequeña lista de las empresas privadas multi-servicios contratadas por las instituciones públicas culturales de la ciudad de Madrid para la gestión y cuidado de la casa común. Los pliegos de estas empresas bajan sus presupuestos en cada licitación, en detrimento de los derechos de la gente trabajadora. Las responsabilidades se diluyen en la cadena de contrataciones y coordinaciones de proyectos. Son las entrañas de un sistema cultural privatizado y precarizado.

En el espacio cultural hay una división geográfica del poder y del trabajo. En la azotea, un restaurante de lujo. En el tercer piso, oficina de dirección, técnicos y programadores. Segundo y primer piso, espacios de almacenamiento de mercancías. Piso cero, puerta principal, cabina de trabajadoras y trabajadores de seguridad y de información, ventanillas y cafetería-restaurante con menú diario. Piso menos uno, comedores-zulo separados para trabajadores de distintas empresas. La división clasista, racista y sexista del trabajo es abrumadora. Parece que hay mercancías que valen más que las personas.

“Vemos exposiciones modernas que denuncian fronteras, desigualdad o explotación laboral, pero detrás de estos mismos paneles expositivos está la realidad y es como si molestara a los jefes”, dice una de las empleadas mientras nos enseña el micro-vestuario de 2mx2m donde decenas de trabajadores se cambian de ropa para trabajar cada día.

Ana y yo escuchamos, luego hablamos. No nos callamos. Escribimos. Así nos va. Hay demasiado miedo, individualismo e hipocresía en el mundo artístico. Nos preguntamos cuánto vamos a tener que esperar haciendo para ver un cambio en la gestión de las instituciones públicas culturales españolas. El mundo neoliberal 3.0. 5G quiere que el pan de cada día sea una espera con miedo y en soledad. “Ésta ha resultado ser la parte principal de trabajar: la espera”, escribe Paul Iano sobre su experiencia laboral en uno de los nuevos empleos de multinacionales (8).

Pero muchas esperamos un cambio colectivo de conciencia que empieza por nuestros propios cuerpos y vivencias. Una espera que vuela junto a otras esperas. Entre los dolores y las alegrías de la vida y del arte (que son lo mismo), flota un problema cultural que sólo puede resolverse con herramientas culturales, aunque esto no salga en los programas electorales.

En 2012 Ana Matey hizo VOLVER A VOLAR, una performance específica para un lugar concreto (Espace 025rjj, Francia) (9). Matey esperó cuatro años para madurar su proceso de trabajo EL RECOLECTOR DE PLUMAS. La performance se compuso de seis acciones interdependientes registradas en vídeo. Matey es una artista de acción. Como otrxs artistas de acción (no muchxs), organiza eventos de acción en su espacio Matsu, un lugar en el campo del sur de Madrid, a punto de mudanza. Los tiempos están mudando.

Ana Matey investiga el mundo con su trazo y con sus acciones forma tejido. Directa, lo hace sin los intermediarios y las convenciones metodológicas características de los sistemas Ciencia-Arte occidentales. Su práctica, como dirían en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, “interroga los formatos tradicionales del escrito académico” (10). Y este cuestionamiento cobra formas estéticas particulares.

Quizás se trate hoy de volver a volar juntas en una espera contemplativa. Quizás sea la acción de la no acción. Esperar la casa común haciéndola “en buena compañía”. Esperar que los cambios sean bonitos y buenos, y nos hagan aprender juntas. La marca de la espera en el cuerpo, la deslocalización celular de un tiempo otro, aquí y ahora. El cuestionamiento de una estructura en ruinas. El neoliberalismo está fracasando. Es una cuestión de tiempo y de espera.

El plazo de una espera

La idea de “espera” tiene que ver con la idea de “plazo”. Un plazo para el nacimiento. Un plazo para la muerte. Un plazo para un permiso. Un plazo para un alquiler. Un plazo para un desahucio.

Un plazo para un pasaporte. Un plazo para una deportación. Un plazo para una denuncia. Una respuesta. El plazo de una espera consciente. ¿Hay plazo para la esperanza?

El colectivo C.A.S.I.T.A. investigó en Madrid la noción de espera junto a integrantes de la Marea Blanca dentro del programa UnaCiudadMuchosMundos. Intercambiaron prácticas y estrategias creativas de respuesta colectiva. La Marea Blanca denuncia la privatización de la sanidad pública, gratuita y universal, el negocio de las listas de espera. “Las listas de espera matan”, dicen enfermerxs y médicxs, trabajadores de la salud en España. El acceso a la sanidad es un derecho fundamental y universal. Muchos cuerpos se movilizan, hacen bailes, videoclips y esculturas de plastilina. La espera es también esperanza.

Esperamos una mejora en las condiciones de vida, de trabajo y de muerte. Que los privilegios se conviertan en derechos para todas. Que las opresiones se llamen por su nombre. La espera es un ejercicio de conciencia. La conciencia de un viaje interior. Ana Matey lo sabe.

Tiempos/espacios quedan fuera de plazos, de lo que está considerado vida o trabajo. Salarios registran miserias. Registros de alteración del tiempo. Un latido. Un trino. Dilataciones del tiempo mundano. ¿Cómo se dibuja la espera? ¿Cómo esperamos el momento? “¿Cuándo llegamos?”, pregunta la niña. “Estamos llegando”, responde la adulta.

REFERENCIAS:

  1. Web de la artista: http://www.anamatey.com
  2. Programa de investigación experimental Una Ciudad Muchos Mundos UCMM2 (2018- 2019)- Intermediae-Matadero www.unaciudadmuchosmundos.es
  3. Colectivo C.A.S.I.T.A http://www.ganarselavida.net
  4. Ciclo Performar Lo Indecible. UCMM- Intermediae Matadero. https://www.intermediae.es/agenda/ucmm-performar-lo-indecible-ii
  5. Corcuera (Laura), La Ruta de la Performance, Píkara Magazine, 2018.
    La ruta de la performance
  6. Lizcano (Emmanuel) Metáforas que nos piensan. Sobre ciencia, democracia y otras poderosas ficciones, Ed. Traficantes de Sueños, Madrid, 2006.
  7. Garbayo, Maite, Prácticas performativas y estrategias repetitivas, FEM-11, 8a trobada de performance, 2011.
  8. «Tres meses infiltrado en Glovo”, de Paul Iano, EL SALTO, 3 de mayo de 2019. https://www.elsaltodiario.com/glovo/tres-meses-infiltrado-glovo.gig.economy-mensajeria
  9. Matey (Ana), Volver a volar, cedé, 2012. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3970780.pdf
  10. Blasco, Selina y Insúa Lintridis, Lila y Ramírez Serrano, Javier y Fernández Ruíz, Beatriz y Grande, Helena y Fernández Polanco, Aurora y Simón, Alejandro (2013) Investigación artística y universidad: materiales para un debate, Ed. Asimétricas, Madrid, 2013.